martes, septiembre 13, 2016

Edad adulta*





Ciclos cumplidos, saltos, meta, ir y venir, explorar.
Parar y correr.
Caminos sin salida, agujeros en el recuerdo sobre la espalda pulida.
Equipajes que se creían imprescindibles,.. agendas olvidadas.
Renaceres, descubrimientos, sorpresas, esperanza.

Paradas en las que te asalta la belleza. Sin tiempo y espacio.
Una sonrisa, y otra, energía transmitida entre tú y tú.
Ansia, locura de pedalear veloz. ¿Hacía dónde?
Horizontes descubiertos,  no imaginados.
Una ventanilla bajada, el viento abofeteando el rostro,
el mismo de los acantilados, lluvia errante.
Deben de ser las vidas



Reloj suficiente para saborear el dolor hondo de la tragedia,
ese grito vacío, ese llanto que corta el alma de madre a hijo.
Ese silencio que queda y lo empapa todo.
Saberse sobre los elementos, equilibrios inestables.

Verde o teja. Morado. Cris en el cielo. Brisa suave. Aquí como otras veces, contemplando.
Manchas sobre manchas siguiendo un trazo, componiendo sentidos. Noches.
Objetos y momentos que se coleccionan esperando ser revividos. Madrugadas.
Palabras que se repiten, que se encuentran. Reflejos. Sonidos.

Dejarse ir en un tren. Pasillo de museo. Calles sin destino.
Música y un bloc. Rodeado por desconocidos. Espacios de uno.
Bohemia. Un perfil y otro perfil. Contradicciones que no impiden dejar de reconocer y querer.
Puntos que no dicen dónde querías ir, rastros que dicen cómo querías ser
Parar aquí o allí. No mirar atrás

Sal. Música, notas entre silencios que inmovilizan.
Versos leídos por un niño, sin buscar más sentido que letras y palabras.
Debe de ser adulto y este un lugar desde donde volver a ponerse a caminar.
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