jueves, julio 19, 2018

Que placer !!!*


Escribo para saborear el lápiz en el papel,
ese rascar de ir y volver.                Café o mate                 Tras
Un impulso primario. Leerme y descubrirte.
El placer de esperar y contemplar como aparecen,            Hierba
letras y palabras, como un grifo medio abierto.
Flujos intermitentes de respuestas.
El milagro de que tengan sentido o no.
Dictados desde lo oculto.
Es como acercarse y descubrir que pasó.
Saber si se produjo la reacción
si las manchas formaron una pintura, un sentido
Ese asombro y la emoción de descubrir                                  Moito
Ese reencuentro ni forzado, ni premeditado
Ese te dejo aquí escrita, ya volveré a quererte.                    parte
Ya volveré a sentir el amor o el deseo,
si me dices algo
o al menos a revivir la emoción
con la que te descubrí.                                                         ya
Sal amarga. Pasado o vivido.                                               sal
Y así vais tirando de mí a través de las notas,
¿será ese piano?                                                                   rosa
Sí. Tal vez. Silencio. Desnudo. Tres.
Viento que transmite la nota tras golpear el metal.
Es ese placer al que estoy enganchado,
a esos momentos en los que dejo de decidir.                                                                                                                                                         onda
                                                                                sal

O momento*

Lugares imprescindibles,
como as persoas.
Eses momentos
que se volven beleza
sin mais.
Entón  tí,
os acaricias, intentando retelos
Páraste, paladeas
cada segundo.
Un escribir mais amodo,
separando as letras e os espazos.
Falar mais baixo
ata quedar calado.
Trazos, manchas, anacos.
Respirar mais superficial
Non levantar a cabeza
medo a romper a maxia.
Mirar a modo. Parado.
Música
que se volve silencio
Así alárgase o tempo
ata volverse infinito
no recordo

miércoles, julio 18, 2018

A mis hijos, que dejaros?


Varías palabras quería dejaros. Las sonrisas, las caricias, los abrazos profundos los dejo en el recuerdo. En el aire inmenso del hogar, en las noches sobre vuestras camas, acariciando pelos y espaldas, vosotros tan inmóviles. Los besos quedaron depositados en vuestras pieles, nuestras manos selladas. Con vosotros sentí el escalofrío que paraliza, recorrimos juntos el camino precioso de descubrirnos. Día a día, año a año, en los deseos futuros y en los recuerdos. En los viajes, en los desayunos y en esos partidos. En los  sueños y en los miedos y preocupaciones. En la razón y en la sin razón. Disculpas por los enfados, por no haber sido menos yo y más con vosotros.

Ahora os deseo, sonrisas, mar sobre vuestros pelos soplando. Miráis al grupo y reconocéis al que tiene la pierna débil y la mirada caía. Escapáis del sonido gris, de verde bilis. Os veo con la mano abierta, paz y ojos cerrados. Vuestras casas encuentro y cruce para el descanso, un sitio dónde no preguntar ni reprochar, dónde hasta no querer ser. Vuestra sencillez frente al campo os permite recorrer los paisajes del silencio. Tiempos llenos de celebraciones de abrazos partidos y besos. En las noches mantenéis la vieja tradición de correr sonámbulos detrás de la belleza, en cada rincón, después de tirar la cada caja cargada. En cada viaje, en cada descubrimiento, en cada alma besada, deseada o amada. Os reconozco en ese equilibrio inestable y bárbaro, en ese deseo de que no dejeis de dar.

Caminos contrarios*

12 de marzo del 2017

Tu dirección. Naciste en la sin razón de la revolución, en esos años añorados de oponerte a todo lo establecido. En incomodar, ese tiempo de derribar mitos, de no poder más y romper compartido. Te emborrachaste en las luchas distantes, cercanas, oscurecidas, hasta en las desconocidas.
Saltaste de aquí y de allí, un no parar haciendo los años, las décadas y siendo historia. Comprometido. Compartiste caminos con espadas, rompiste cristales. Volviste sentimientos y emociones en palabras, en belleza de verso y en cánticos de abrazo y beso. Fuiste causa y disculpa.

Pero tu lucha se fue apagando, conformando en el aplauso, en las mesas repletas, en el éxito y en la crítica de tus enemigos. Te convertiste en lo esperado, en la ansia de los que no leían tu poesía. Preso de un ayer. Ese correr partido, ese no poder desaparecer, ese no querer. Terminaste como casi todos los que rompieron muros y partieron culturas. Como los que no murieron asesinados por los que creían con más pasión.

Tú no fuiste de los frustrados, de los que lloraban mirando atrás, sueños y revoluciones no cumplidas. Los fracasados. Llantos fríos hasta el suicidio o hasta ocultar sus historias hablando del tiempo.
Tu fuiste de los camuflados tras tu barba tras una chaqueta roída hasta que te convertiste en bebida rancia, en propia resistencia. Desde ahí, tu camino fue hasta la nada. Que pena no haber caído en el olvido veinte años antes, no haberte convertido en ermitaño o sinceramente no haberte perdido.

De todas formas, gracias por tus poesías.

domingo, julio 08, 2018

Algo más de nosotros

En este marco encuentro vuestras sonrisas atropelladas, vuestra excitación, golpes de ida y vuelta. Montón de vida apelotonada. Tres, seis ojos, que se cruzan y se funden en una reacción que une, en ese espacio de la emoción que atrae. Abrazos sin darlos, cercanía que llega y toca, que marcha, que duele por otro. Que busca, que espera una y otra vez, alargando los encuentros.

Tu mirada seria. La distancia de tu mundo. El papel que por momentos te aleja, ese ejercicio también de ida y vuelta. De cruce de realidades. De balanza cada vez más inclinada. Cada vez que vas te cuesta más volver y sin embargo cada vez exploras y te pierdes con más intensidad enredado en las sombras profundas. Pero cada vez más lejos, más caminante solitario, menos temeroso. Más tú, más no puedo, mas sé que no puedo llevarte.

    Ojos rasgados. La calma, la paz y la furia controlada. Manejas los silencios y paras el tiempo. Sueños profundos e inmóviles. Caricia sincera. Risas desenfrenadas, sin control. Sonrisa profunda, cómplice cercana que llega y toca.

    Sonrisa continua. Abrazo, mirada que busca y que sueña con facilidad. Habitas un mundo paralelo del que vas y vuelves manteniendo siempre un pie en cada lado. Imaginario inmenso. Mirada hacia el más allá. De cuando en cuando te encierras en una jaula de tozudez, dándote golpes contra la pared.

    El cariño y la caricia que busca y siempre encuentra, se queda y toca. Besos profundos, mejilla que busca pegarse y entonces se queda inmóvil. Buscas atento en cada signo a una señal que perseguir, que atrapar. Si no es, te duele

Crónica desde Como

La casa es un mosaico de recuerdos apilados. Montones de revistas para personas curiosas que buscan respuestas y dejarse sorprender por esos relámpagos del conocimiento efímero. Colecciones de libros de utopías perdidas en la historia, pensamientos para siempre abandonados. Láminas con dibujos de animales, rostros de personas. Una cafetera en la cocina le da a todo un sentido de hogar vivido. Una cafetera vieja con la tapa torcida, tantas veces sobre el fogón de gas. Techos altísimos, marcos inalcanzables. Suelos de barro cocido. Ventanas con contras, cortinas como faltas hasta el suelo.

Fuera nubes que iluminan en un gris claro. Arcos de piedra escalados por el verde pocho del invierno. Calles también de piedra, paralelas y perpendiculares, abiertas a patios amplísimos, patios habitados por esculturas desnudas con mirada evasiva, que no cruzas. Y almas, personas que caminan tranquilas que paran y hablan y llevan bolsas y sonrisas.

Dónde te escucho? tras la puerta, por el teléfono. Lámparas que con su luz no alcanzan el techo. Une espejo multiplica el fondo y el ancho del salón. Seguro que en algún momento corrieron por aquí niños y sueños y esfuerzos. Seguro derramaron lágrimas por dolores hondos o por tragedias no superadas. Se durmieron tantas veces, se besaron profundo, se enfriaron y escucharon la lluvia sobre el tejado. Vientre desnudo, agua sobre el pelo, cuerpos quietos en la ducha, hipnotizados  por  el vapor.

Seguro que la casa también se vio invadida en otros momentos por largos silencios, por humedad callada, por ausencias. Por libros que esperan sin mas. Por ellos pasaron veranos, estaciones, frío helado y viento tórrido. Años y siglos que contribuyen al progreso, a los sueños cumplidos. Objetos de familia, regalos de visitas acumulados a lo largo de la vista.

Pedazos de belleza atrapada que van formando olores que se vuelven tenues y perpetuos. El sonido de unas campanas que recuerdan la tradición, lo que perdura, lo que nadie se plantea cambiar hasta que de repente desaparece. Las piedras inmóviles, las vidas repetidas, cuando un nieto sigue las mismas rutinas y tiene los mismos horizontes que su abuelo. Todo lo que nos ha hecho llegar hasta aquí, todo lo que nos permite soñar lo que esta por venir, ese acelerar de cambios incorporados al instante. Son esas piedras las que nos harán perdurar y seguirán en la escena de ese futuro siempre imaginado. Tantos muros rotos, tantos mártires para romperlos. Tanto azul y luz, tanto vértigo superado, tanto terror, cuantos creyentes al final vencidos.

La Italia que ha acumulado belleza, atraído talento creador, financiado obras inmensas. Sal y tomate sobre el blanco salpicado de orégano. Aceite verde de sabor amargo. Diente que muerde sobre un trozo de pan. Paso, tantos pasos, que van y vuelven sin más.

Gaviotas entre picos nevados. Circos que rodean lagos inmensos. Hombres y mujeres que a lo largo de los siglos contemplan hipnotizados la masa inmensa, la calma del agua. Saborean aquí, entre montañas el mismo magnetismo que los africanos sienten por el océano. Ese magnetismo que te hace parar, levantar una casa y condenar a las siguientes generaciones a que esto pase a significar algo y a recordar y a volver. Disfrutar de la misma visión, de la calma, del aire gélido del atardecer, de la niebla que difumina lo real y anticipa soñar.

Sombras superpuestas, contrastes de luz y oscuridad, paleta pastel. Unos patos sobrevuelan a baja altura en algo que se convierte en algo más que en salto. Pareja comprometida. Cuello estirado. Figura esbelta surcando el fondo del cielo reflejado en el agua.

Le espera*

Tener que parar, una espera que se prolonga y permite descubrir.  Desde un mundo acelerado, generaciones mezcladas, conectadas, compartiendo el tiempo. Habitando espacios reales y virtuales en un equilibrio simultáneo, un espacio que antes ocupaba el mundo imaginario, los mitos y las leyendas.

¿Qué sentido tiene ahora la fuente, el buzón de correo amarillo y el escaparate de una tienda real?. ¿Qué sentido tienen ahora los recuerdos?. ¿Qué sentido tiene ahora que te busque, que espere, que no tenga forma de encontrarte?

Que lo vuelva a tener que confiar todo al destino.

Ahora que rechazas cualquier contacto , protegida por tus auriculares bien sellados. Con tu paso acelerado, siempre entretenida. Ahora que evitas cualquier mirada con tus ojos rehenes de una pantalla que te  refleja. Ahora que tu tiempo esta atrapado. Una llamada oportuna deja ir la última oportunidad, mi impulso de decirte. Mientras, sólo levantas la vista para evitar tropezarme, quizás, ni me has visto o es todo disimulo y disfraz dónde guarecerse. Cuello doblado hacia el suelo.

Ahora que perdimos la capacidad de estar, esperar, sin hacer más.

Por qué entonces siguen teniendo sentido las hojas de los libros , las pantallas con el cursor parpadeando, esperando una señal, un torrente de impulsos. Por qué además de escuchar todavía descubres que puedes cantar y dibujar con lápiz sin borrar, como real. Por qué sigue teniendo sentido decidir apagar, poner el modo vuelo sin volar. Buscar tu mirada, tu sonrisa y tu mejilla.

Por qué todavía es la belleza que me toca la única que me deja inquieto.

Ciudades de destino y despedida. De foto. ¿Dónde quedo el ermitaño?, lo casual, la mirada al cielo, a lo alto. La sorpresa. Si somos tantos ¿qué seguimos esperando?.

Dos días después;

De vuelta, campos olvidados, campos verdes, sus sombras. La música en la noche, el cansancio en los huesos. Risas y desesperanzas. Ríos. Atrás la ciudad, ese impulso vital, esa sal, ese correr, un mundo de bares y sonrisas.
El encuentro, destinos tropezados, rumbos dispersos, un montón de huellas. Convergencias y divergencias. Comparto y no comparto. La noche y el fluír del río. Tiempos que ahora quedán atrás mientras el tren vuelve.

En el tren, de espaldas*

Ves pobreza y miseria desde lo alto. Verde intenso bajo el gris. Campos trabajados. Tierra viva.
El tren sigue, hay pobreza y miseria en esta la periferia. Pinos, toxo en flor, túneles necesarios. Gentes que van y sobre todo vuelven.

Al fondo las vacas, los ríos que bajan,..que siempre bajan apresurados, como nosotros. Como el tren, tras un listado inmenso de cosas pendientes. Un suspiro. ¿Quien controla esta velocidad?

Rocas. Cumbre quemada. Por un momento el hombre ha desaparecido, ya no está. Todo se convierte en bosques verdes, caóticos, desordenados. Quizás en ellos hay personas - Deben de estar camufladas.

Sigues con velocidad, otro túnel y más cosas. Nube que cae sobre la tierra. Puentes cruzando la naturaleza.
Dibujarías un paisaje, varios árboles al fondo, bañados por una acuarela de gris, gris difuminado que en el borde se hace blanco y negro. Frente y perfil.

Creo que vas tan rápido que estas llegando, quizás estes pasando, hasta puede ser que ya hayas dejado atrás el lugar dónde había que parar, quizás ya se perdió el momento.

Aquí todavía es otoño, todavía hay árboles con hoja marrón, casi gris, sin primavera. Campo sin sonrisas. Y más amarillo, ese toxo que dibuja luz en el campo, sobre las lomas. Color en movimiento a tu paso. Trazos. Trazos amarillos, paralelos. Los árboles en cambio están tiesos, inmóviles, amarrados al suelo.

¿Dónde está? Dónde su presencia, dónde sus labios cortados, su timidez que sólo rompe su sonrisa.

Ahí, ahí hay un prado entre bosques, hierba nueva, tierra llana. Y volvió a pasar el tren y quedó atrás el camino. Una, muchas vidas pasando por delante. ¿Dónde esta el sentido? Al fondo hay luz y cuatro picos y una estaca roja. Con el bolígrafo observas más, ves más, aunque tu mirada no se pierda en el horizonte. Así pasa tu tiempo y haces viaje.

Respiras y vuelves a acariciar.
Evitas los lazos, la cercanía íntima, acercar el sentimiento, crear dependencia, y corres y faltas. Por eso te gusta el tren, porque no para, porque subes o bajas, y tú subes y sigues. No paras. Huyes.

Te sorprendes en otro asiento, un intercambio, ahora de frente, ves pasar los mismos campos. Como si los trazos cambiaran de dirección, como si todo estuviera iluminado diferente, a contra luz, como si todo lo que antes tenía sentido y profundidad se volvieran ahora contorno repetido, sombras que dejas atrás.

Todos permanen en silencio, contemplando solos, solos en este barco, cómo si fueran a cruzar un océano en tormenta. Tan cerca y tan distante. Ese traqueteo sin ritmo, atropellado, y esa puerta y ese golpe que rompe el secreto. Ese aire de ventilador usado, de peluquería de barrio con un montón de clientes. Nadie dice a dónde va, ni de dónde escapa.

En el tren como en un retiro en los recuerdos. Un olor, un “te quería decir algo y no tuve el valor”, la búsqueda de una disculpa desesperada. Cuando otras formas sin importancia te hicieron perder el momento único, por otro repetido ya olvidado. Ráfagas, historias acabadas de cristal y frío.
Quién pudiera volver a  tocar el cristal, volver a reparar el dolor del frío. Quién pudiera recuperar los abrazos no dados. Esos instantes en los que nada pasa alrededor. Fresco, cabellos y mejillas, silencio que evitas, tus momentos.

Ahora llueve. Las gotas se deslizan sobre el cristal, en descomposición, y corren y van y cruzan. Y todo esta tan gris y sigue el traqueteo que te empuja, esa excitación que no te deja ni parar ni dormir.

Ya me dices, ya me hablas,… Aunque sé que probablemente no me dirás, ni me hablarás.

Esa necesidad de compartir, de decir, de no dejar. Para otra vez ponerte a bucear entre papeles, en tus lecturas, en tu silencio. Sólo. Aislado. Distante.

Tierra clavada a una silla. Tiempo exprimido. Luz clara, blanca, bajo ella escribes, trenzas palabras, oídos, recuerdos de prólogos viejos, de gente sabia. Si me dices, si me hablas.

Un túnel volvió de noche el día, como si de repente fueras en un vagón de carga. Y entonces perdiste las referencias de cuándo, de dónde, de porqué.

Tras la ventana. En ese espacio del vértigo de ser sincero y que se puedan desnudar los sentimientos mezclados con razones.

Si pudiera como tú*

Si supiera como tú, conectar todo en instantes, ver luces en el lienzo, sentir el dolor en unas frases.

Si pudiera como tú, saborear la música con mi piel y llegar a llorar con ese piano.

Si pudiera como tú, cerrar los ojos y oír el silencio, y poder navegar las sonrisas y los gestos, encontrar en ellos los motivos.

Si pudiera como tú, descubrir la belleza en cada momento, detrás de cada esquina y así tener los impulsos residuales para seguir latiendo.

Si pudiera cómo tú, volver las miradas en besos. Poder capturar toda esa energía, beber en esas fuentes que con las prisas otros no vemos.