domingo, mayo 24, 2020

La primavera en la que se paro el tiempo.*

Vivo en la primavera en la que se paro el tiempo. Ahora recorremos bosques y ríos que antes permanecían ocultos. Es como si el futuro, de golpe, haya dejado de perseguirnos. Nuestros vecinos ya no son desconocidos. Abandonamos esa ansia de marchar, de estar siempre buscando bosques lejanos y altísimos. 
 
El horizonte ha vuelto a ser un espacio real, una pared infranqueable. El cielo se ha convertido en una enorme pantalla donde se proyectan ciclos de nubes blancas, y de noche mil estrellas y una estación espacial internacional. Hemos dejado de ir en coche y ahora caminamos en círculo. 
 
Vivo en el tiempo presente, entre un griterío de pájaros que inunda el campo, verde, brisa y luz. El mundo ha dejado de correr tras una ventanilla. Algunos se han vuelto voces, textos e imágenes. El mar se ha convertido en un deseo. Otros se han vuelto invisibles.
 
Sin embargo, es posible que ésta no haya sido una primavera diferente, sin más cielo, ni más colores y horas. Puede que ésta haya sido como todas las primaveras que hemos dejado pasar. Esas primaveras que vivimos como inviernos o veranos, sin poder parar, sin escuchar pájaros, sin encontrar el tiempo suficiente para contemplar el cielo y las nubes. O quizás no, quizás esta primavera sí ha sido es una primavera diferente, nos prohibieron los abrazos.