jueves, junio 28, 2018

Arthur Rimbaud

No one's serious at seventeen.
--On beautiful nights when beer and lemonade
And loud, blinding cafés are the last thing you need
--You stroll beneath green lindens on the promenade.

Lindens smell fine on fine June nights!
Sometimes the air is so sweet that you close your eyes;
The wind brings sounds--the town is near--
And carries scents of vineyards and beer.

viernes, junio 22, 2018

Que duro*



Que duro es querer llegar y ver marchar,
acercarse a una puerta cerrada

Que duro es querer tocar y no alcanzar

Que duro es querer acariciar y levantar heridas,
caminar sobre un fondo de resentimiento

Que duro es amarte así, desde el no poder

Que duro es sonrisa cálida frente a frío seco,
un mar de silencio, sin señales

Que duro es no poder dejarte

De celebración

Hoy recopilé un montón de tiempo para invertir. Tiempo para darte. Para parar y pensar, para verte crecer y reír.  Tiempo fugaz, tiempo antes allí y ahora aquí. Es tiempo para tí. Decidir, algo que puede en cualquier momento tener fin, ese riesgo de vivir. Más tiempo, más momentos, más belleza. Más ser más tú, más tener. Ahora hasta podré regalar tiempo, y esperas, y algún paseo sin dirección. Tiempo de recuperar ese equilibrio con el silencio, ver el mundo sin correr. Ese tiempo en el que estar y acompañar, para aprender a estar ahí simplemente sentado.

jueves, junio 21, 2018

Silenciándote el *

Cuerpos desnudos, cadencias en la búsqueda de algo perdido.
Espuma…,agua que rebosa en la boca.

Espalda fría contra el ventanal, huellas.
Vapor sin aliento, manos, dolor. Ojos cerrados. Danza.

El agua resbala siguiendo los surcos de tu cuerpo, esas torrenteras escondidas.
Escurre el tiempo, deja ir, huye. Borra todo aquello.

Piel caliente.
Abrazo revuelto, salto de diente a cuerpo. Cuello afilado.

Tu sonrisa es el único descanso.
Ahora te escribo, y luego el piano.

sábado, junio 16, 2018

Acariciando tu dibujo*

Paso el dedo sobre tu dibujo y noto el tacto de tu piel caliente.
La carbonilla remarca tus surcos, borra tus arrugas.
Mi dedo persigue tu sonrisa invisible, ausente.
Tus cejas prácticamente desnudas, tu nariz suave, tu mejilla de mil besos.
Con mi dedo intento borrar el pliegue de los corredores de lágrimas, tus ojos de susto y el hierro frío.

Después de un rato noto como se acelera tu respiración nasal, como se erizan tus labios, cómo crecen y hasta cómo se separan un poco, lo suficiente para dejar escapar un pequeño suspiro que se convierte en brillo inocente en tu gesto.

Siento que luchas contra tu realidad, el destino de tener que quedarte inmóvil. Todo lo que harías por poder girar la vista y buscarme, por romper el silencio y el gesto, por salir del papel, abalanzarme y besarme.

Pero estas atrapada en mi dibujo, en tu retrato, y ahora sufres cada una de mis caricias como un corte cada noche.
Si entonces, cuando te conocí, no te hubieras marchado, te hubiera dibujado tan diferente, más cerca, más viva, sin ninguna pena.

Soledad*

Soledad es una palabra con definición injusta. Maltratada siempre por los desamores y por la mañana siguiente al abandono o al drama del herir hondo y marchar
A la Soledad se le ha tratado con injusticia en los libros, en la historia, con desprecio e insulto ha sido amenaza y castigo. Ha sido burla y motor del miedo. Ha sido lugar vacío, frío y destierro. Ha sido cárcel, cama de deseo roto, paseos abandonados sin dirección, desierto. Se ha acompañado siempre de música de llanto, de pena y compasión, se ha dibujado de gris, de ella se ha intentado siempre no hablar o hacer vergüenza y olvido pasado.
Ahh, cuando la soledad es sobretodo recompensa, reencuentro, descanso, el guiño de tu sombra, el espejo en el que te reconozco. Ha sido libertad y luz, un pasear tranquilo. El  lugar dónde estar con tus sueños, el secreto, la búsqueda y el refugio.  El único lugar dónde te encuentro y puedo estar contigo en silencio.

Un muro y un universo*

Había una pared que siempre creí era la más sólida. Una pared dónde apoyarse cuando el viento sopla, cuando viene frío. Un muro de piedras con musgo, piedras marrón gris, líquenes plata de borde negro. Al tocar, es arena que cae sin deshacer, limpiando el tiempo y borrando recuerdos. Una pared que vista de frente uno imaginaría que era infranqueable y permanente.

Sobre esa pared, sin querer, hiciste una ventana para mí. A través de ella vi un horizonte nuevo que creía olvidado. Un horizonte de luz y verde, de tu música en el paisaje. Y entonces, tú y tu horizonte pasasteis a ser parte del cuadro de mi universo permanente y lo hicisteis un muro más sólido.

En ocasiones creo que más que un universo es un túnel que crece y los años lo hacen más hondo, y cada encuentro más profundo.  El tiempo lo vuelve más luz y negro, más brillo sorpresa, conjunto de resplandores acumulados. Un túnel que cada vez en más silencio, con una forma más íntim, más atracción de camino solitario.

Caminar entre sus muros. Rodeado de almas que han abierto ventanas en sus paredes, dibujando sonrisas y tallando firmas originales. Almas que llegan y tocan, para volverse infinitas. Almas condenadas a desaparecer de mis encuentros, de nuestros pasos. Almas que ya no están en los cafés por la lluvia detrás de la ventana, de las noches frías en las que recorrimos rúas mojadas. En las que que sólo esperaba tropezarte. En las que palpamos todos las caras de la oscuridad, ese espacio de libertad que muere cada mañana con la promesa de regresar.

Almas cómplices, almas de deseo compartido, esa compañía silenciosa. Almas a las que repetir mil veces la misma historia adulterada, a las que escuchar sus esperanzas. Distancia. Almas olvidadas, mezcladas. Almas arrepentidas o decepcionadas por uno. Almas amadas que pasan a estar ahí sobre el muro, en cada una de sus ventanas.

Momentos, rituales repetidos, sin sentido. Una vista al mar, un pato que sobrevuela el cielo, o dos, unas mariposas, un aroma, un abrazo rápido pero intenso. Un cuerpo, piel contra piel, ojos cerrados, besos que muerden y arden y al final rompen. Pedazos, extractos, cuatro palabras repetidas que pasan a ser algo íntimo que emociona y forma un bucle que paraliza. Sonidos que recuerdan, melodías que se hacen sentido, música que hace llorar y unir sentimientos de desconocidos.

También hay huellas colectivas, intersecciones de encuentros. Rostros acumulados. Montañas de almas, de matices que sin darse cuenta se hacen recuerdos imprescindibles. Almas que pasan a ser parte de uno, en el muro, a través de una ventana y otra y otra, construyendo así un mosaico, mi universo.

miércoles, junio 13, 2018

Va de viajar*

La necesidad del avión, del tren, de esperas y horas sentado, sudado, deseando llegar.
Debe de ser el efecto que produce la velocidad mantenida o la gravedad, quizás la inercia, o simplemente marchar.

Ese ansia de querer sorprenderse. Esa búsqueda insaciable de metas entre diferentes paisajes; húmedos, calurosos, verdes y desconocidos. Entre diferentes gentes; ojos rasgados, redondos, morenos y también fríos. Fruta diferente. Sonidos. Olores irreconocibles.
Encuentros con personas y sus almas, la sorpresa final del reencuentro con uno.

El equilibrio y la esperanza marcado en un calendario, en un mapa. Esa necesidad de ir y tocar, de estar allí para poder escuchar, para poder saborear el silencio y el libro viejo. Ese poder sentir las sábanas en la mañana, pantalón corto, pies desnudos sobre un suelo lejano.

Allí tienes la capacidad de percibir lo mínimo, lo fugaz, de asombrarte por eso normal que se ha vuelto ahora desconocido. Esa habilidad de parar y descubrir continuamente. De encontrar la poesía escondida entre las letras de una música.
Es cómo si el ritual de salir abriera los poros del tacto y amplificara las luces, los colores, los olores, los sabores, hasta las sonrisas. Vértigo. Lugares desde dónde lo cotidiano se convierte en pálpitos e impulso.

Escapar, para luego seguir.  Esa ficción que da el viajar, ¿sólo un sitio desde dónde volver?.
¿Cómo harían cuando las fronteras eran el horizonte?, cuando el marchar era miedo y amenaza, cuando la seguridad era quedar.
Cuando desde el estar eran capaces de divisar la pareja de pájaros como gigantes enormes y de mil colores. Cuando el tiempo no era cronómetro. Cuando eran capaces de parar para ver los gestos del paso de un caracol sobre el cristal. ¿Dónde hemos perdido esa capacidad?, ahora que tenemos que irla a buscar tan lejos y tan caro y tan corriendo.
Ahora que renunciamos a encontrar algo aquí, entre los intervalos de estar parados.

martes, junio 05, 2018

Crónica desde Palermo

Tus calles paseadas me recuerdan a la Habana Vieja en el sur de Europa.  Tus gentes cruzando, etnias, culturas, orígenes imposibles de descifrar. Y palacios y piedras rotas. Esa magia del caos y de la sombra.  Un paisaje lleno de espacios que faltan, que se llevó la historia.
Encuentros repetidos, revividos, puntos en el tiempo conectados por una hilera infinita. Siempre enseñando caminos y tropiezos. Viene y va.
Guitarras, una música sobre el asfato. Bárbaro.
Entonces un recuerdo tímido, inapropiado, presente. Es la fuerza del viento en la noche. Escuchen. Visita la piedra rota, la silla vacía, el Olimpo tantas veces conquistado y pisado, y sufrido. Iglesias. Escalinatas. Una torre inmensa. No dejen de visitar.

lunes, junio 04, 2018

Despierto*

Empezar a leer en cualquier párrafo

Despierto en la mañana. Miro desde mi cama la realidad que me rodea. Una persiana medio baja, ropa trazando un rastro, armario abierto sin secretos. Al otro lado; una mesa recta, un ordenador apagado, tres libros, una libreta herida, pluma y lápices tras la batalla. Un vaso sin brillo, toqueteado, el sabor del licor viejo.

Noto olor cansado del día después, de la noche pasada. Me reconozco ahora, rodeado de tanta realidad… Giro en la cama, busco otro prisma, una perspectiva diferente, busco la puerta, algo desde dónde poder rebobinar, desde dónde volver a navegar. Cierro los ojos fuerte, lucho por saltar, por negar. …Pierdo.

Me miro en el espejo: pelo despeinado, barba sufrida, silencio - ya no escucho la música-, arrugas, cara demacrada. - no puedo ser el mismo que ayer, no debo de ser yo-. Agua caliente, boca abierta, cuerpo desnudo, ojos cerrados. Minutos paralizado como esperando que me vengan a rescatar, a llevar, ¿si pudiera volver a saltar atrás?.Me he quedado sólo, rodeado de tanta realidad…, tantas razones, tantas respuestas, de tanta electricidad.

Un teléfono me recuerda la hora y la temperatura, y dibuja el día de ahí afuera. Detrás, un calendario de tareas, una lista de aquello que todos esperan que hagas, de los que toman tu tiempo. Mil mensajes del mundo exterior, de mil almas y algún robot, almas que no ves, que no tocas, que no paran de mandar.

Una rutina me hace vestir, bajar. Vuelvo a trazar una misma ruta, mil rituales hasta un café, mil gestos repetidos. Salgo y me veo envuelto en más realidad por espacios conocidos, decorados por mil almas que pasan resistiendo. En ese semáforo reconozco anónimos, tropezados una y otra vez, siguen senderos invisibles. Paran, a veces cruzan miradas, para volver a caminar sin escapar.

Llego, y todo se empieza a acelerar, el tiempo corre, acciones y decisiones, trabajo, saludos de pasillo. Horas, hambre, comida y un abrazo.

Entonces, una sonrisa inesperada, una mirada fija que me descabalga. Ahora ??? - Rechazo-. Me vuelvo y sigo sin volver a mirar. Miedo a que me reconozcan … o a reconocer, a que se rompa el embrujo de la realidad. Miedo a parar. El reloj !!, tengo mil rutas que me esperan para negar.
Relámpagos que pasan, tormentas que ignoro, alientos que evito. - Cobarde - vuelves a escapar.

Sigues, rutina, deber. Salgo a correr entre aceras reales y cuestas, y sudor material. Taquicardia y jadeo. Y sufro…
Otra vez me reconozco en la ducha, bajo el agua, boca abierta, cuerpo desnudo, ojos cerrados que no ven. Intentando olvidar.

La noche acecha. Entonces es Ya.
Me siento en la mesa, medio lleno el vaso y dejo de ver: la mesa, la cama, la luz, el cuadro,… No soy capaz de decirte cuándo ni cómo, nunca recuerdo. Un remolino me debe de arrastrar hasta un universo irreal.

Escondites de imágenes visitadas, de almas poseídas o deseadas, de poesía vivida, de llantos rotos y olvidados. Ficciones de otra realidad.  Pinceladas que ahora decoran las paredes entre sombras.

El lápiz corre, dibuja palabras, yo sólo lo sigo. Me embriago, hasta allí donde otro estímulo no te hace sentir más.
Frases que van y vuelven, repetidas y nuevas, reincidentes. Melodías, tu sombra, tu perfil, tus ojos.

Búsquedas, golpes en ocasiones vacíos.
Encuentros por entregas en diferentes lugares, con diferentes formas y desencadenante.
Momentos de belleza que persigo y que cuando me encuentran siempre me adelantan… para luego dejarme sólo, abandonado.

Navego despierto por ese universo sin razón, de emociones desnudas, sin cáscara, ni destino, ni motivo.
Allí dónde tantas almas y tantos momentos se han vuelto mi tatuaje o mi herida.
Ya no encuentro el tiempo, ni las tareas, ni mi rostro, ni la electricidad.

Silencio y folio en blanco, pluma que deja de sangrar. Parada. Salto. Destello muerto. Sal y roce frío.
Aliento entrecortado, labio abierto, media sonrisa,..
…es entonces cuando me reconozco de vuelta;

inquieto, palpitando, rendido, … más Yo, …más el de siempre,..