lunes, octubre 30, 2006

Bocados


Mar relegado, profundo y frío. Bajo un día de sol perdido. Con las heridas curadas.

Cadencia risueña. Me deslizo sobre ti en cada paso, comprimo mi cuerpo para hundir el tuyo y tu me recoges para impulsarme hacia el cielo. A tu ritmo. Vuelvo a apretar tus carnes en cada punto de encuentro. Lubrica el sudor y el deseo. Espuma. No podemos cerrar la boca. Un quiebro y un momento, mirada perdida sobre tu capricho. Para volver a buscarnos y encontrarnos desprevenidos. Sorpresa, risa hacia el infinito. Cabeza caída, manos llenas. Acelera. No va más.

Quedan nuestros cuerpos compuestos, sobre un manto verde, golpeados por el viento. Ansiosos de ducha fría.
Me queda el saber que tus momentos permanecerán.

jueves, octubre 26, 2006

Vosotras dos


La miras como si ya sólo existierais tú y ella. En cada mañana, cuando está y cuando la recuerdas. Es. Te conozco ya desde hace tantos años.
Por un momento te descubro deslumbrada por su sonrisa. Tu cara refleja luz, una luz que ya había olvidado. Espalda partida. Hemos corrido tantos momentos, tanta lluvia.
La esperas en cada esquina, en cada llamada, la confundes entre la multitud una y otra vez, sin escarmiento. En cada día, en cualquier sonido encuentras esperanzas. Cómo cuando sólo estaba yo. En el alto de la montaña.
Te estremece, agitas tu cuerpo, emocionas tus ojos. Vuelves a mirar al cielo. Noto la energía de vida que desprendes. Suspiro admitiéndolo. Desde la silla, sentado.
Te levantas por ella, vas, corres, ya sin cansancio, todo es motor y paz. No encuentras ya razones para la preocupación ni para mirar atrás. Te veo tan lejos, allá, tan camelia y rosa. Tan blanco transparente, tan dulce sol de la mañana. Que sólo te envidio. Que me entran deseos de ir, de ir hacia ti con ella.

lunes, octubre 23, 2006

Nombrarte


Es dolor. El recuerdo de cómo pronunciaba tu nombre. Pausadamente, vocal a vocal desmenuzando cada sílaba.
Hacía de nombrarte una ceremonia interminable. Y llamaba tu atención, te silenciaba y te girabas sumisa. Como si al nombrarte en un código secreto te dijera algo más, o todo, algo íntimo. Con voz profunda rasgaba la vida.
Todavía se escuchan los ecos de su pronunciación en tu cabeza, como una espina contra el olvido. De dolor.

miércoles, octubre 18, 2006

Te invito a tomar unas tapas I


Borraré la saliva seca por el nerviosismo de tu boca a 10ºC con un amarillo Sameirás de Santo André de Camporredondo. Orgía de uvas. Pasará como una riada de frescura reparando las grietas de tus labios. Se abrirán las papilas gustativas, tras la base de tu lengua hacia tu nariz, tormenta de flores y frutas aromáticas, acidez enmascarada.
En ese momento depositaré un gajo de aguacate sobre una bolla de pan harinado. Tus huellas quedarán untadas en crudo aceite de arberquina catalana. Sobre él sin timideces Fleur de sel de Camargue. El aguacate da la falsa imagen de carne firme pero deja hundir los dientes hasta la misma base del pan, dónde brota el olivo. Tragas. Masticas. Sonreímos. Nos concentramos en las sensaciones.

Haremos entonces un quiebro de amargura, sobre una cuchara de porcelana blanca un molde de Torta del Casar ya sin consistencia, tampoco derretido. Prolongas las fases del parpadeo, risas sin sentido. Te acercas. Repites. Entonces me pedirás más vino y veremos que se ha vuelto más ligero, quiza escaso. Tomado por la ansiedad intento abrir el tinto con prisas mientras me conformo con otro trozo de pan.

Te ofrezco un pimiento de Herbón frito en ese momento, dejado caer sobre una hoja de jamón de encina. Es conocido que el pimiento hace sudar al jamón y este expulsa lo mejor de sus ácidos grasos, los sabrosos, esos que se pegan al paladar y a las neuronas. Tras el picor. Entonces pararíamos el mundo, no dejaríamos más que ese pimiento mordido, ese jamón desgarrado y la compañía, para seguir comiendo. El vino oscureció y se calentó con la gula, sus tierras se volvieron más de Pedrosa de Duero, un Gavilán olvidado durante tres años. Tras él tus labios parece que estuvieron besando picotas mordidas, no es momento ni para desearlos.

Continuará...

martes, octubre 17, 2006

Nos dolemos tanto



El dolor que nos hacemos ya no entiende de argumentos. Antes de hablar ya me estas respondiendo. Mientras me dices yo te contesto. Frío en las caras. Distancia. Momento, temblor amargo que tiñe lo real de ficción. Sin más créditos.

Me acerco impaciente y te hiero, mis besos desgarran tu piel. Lágrimas. Caminar en el sentido del desencuentro, mirar atrás es lanzar otro golpe, pronunciar tu nombre es clavar otra espada. Tu me dueles y yo te duelo.

Toda vida desaparece bajo la sombra de este horror. El horizonte se empaña con los recuerdos de la fricción, ese olor a cuero quemado, cuerpo helado contra cuerpo helado. Almas golpeadas. No damos llegado a un fondo dónde apoyar nuestros pies.

Y sin embargo hay algo tan fuerte que nos amarra, algo que el dolor no cortó, que llevamos desde siempre. Algo que tensa y no suelta. Algo que de un tirón te hace encontrar el suelo y otras veces te eleva más allá del cielo y es refugio y es anhelo.

martes, octubre 10, 2006

Dónde pisaste. PURDsxx 2004

Encapotado el tiempo, entretenido en cualquier lugar.
La mirada de un niño, la caricia de un perro, el verde y la lluvia sobre el rostro.
La pasión. Las lágrimas en los ojos enrojecidos de furia. Todo más cerca del reencuentro. La pasión (otra vez). Resplandor, hilo, perder de vista el cercano día a día. Con ellos, el mar se tragaba a sus hijos, jamas volvieron. Un trozo de pan tras un grolo de vino. Mientras el impulso nos lleva y una mezcla de sol sobre el cansancio y tras una ducha, me hace recordar y sobrevolar los destinos.

Intentando hacerte Mía

Llevo días en esto.
Miel reseca bordeando tus labios sellados. No la puedo humedecer. De espaldas estas tan lejos.
Busco tu mirada, giras el cuello, como si algo en otra parte llamara tu atención más que yo. Ya no me vuelves a mirar. Dirigiría tu cara hacia mí.
A tientas recorro tu brazo hasta tu mano extendida, me conformo con un dedo, con el roce fino, de paso, que se me hace eterno. Te vas y espero a que vuelvas, mantengo tu huella fresca, por un tiempo infinito, y no vuelves.

Entonces decido volver a ser yo el que sale en tu busca. Y tu sonrisa vuelve a ser tan fugaz, pero tan huella paciente en mi retina.
Frío que arrastra la sangre, sabor, inspiro heno mojado, dolor sonrisa.
Estoy detrás de ti, de tus letras, aguardando.
Todo lo que me das me parece más que suficiente.

domingo, octubre 01, 2006

Te traiciono sólo con recordarte


El encuentro en un viaje lejano, en una tierra perdida, entre extraños.
Creo que fue en el primer momento, todo se volvió tan sencillo, tu estabas tan cerca, tan transparente, tan íntima. Como si se hubiera tratado de un reencuentro. Como si no tuvieramos pasado. Te reconocí en una suma de trozos a los que ya había amado.
Sin nada me volví sinrazón, piel suave, un mar del que brotaban tus risas, dónde inconscientemente dejaste a la deriva tu cuerpo desnudo. Como si nuestros labios no hubieran besado antes, como si nuestros cuerpos no hubieran amado antes, así. Como si nadie nos hubiera herido. Nos reconocimos de pronto tan uno, tan desde siempre, que no hubo preguntas ni tan siquiera misterio. Nuestras manos se encontraban para explorarse y llevarse, una y otra vez.
Ya no se si fueron seis días, si algo partía la noche de la mañana, si nos alimentamos durante ese tiempo. ¿Qué vimos?. Lo que si recuerdo que nada fue disgusto.

Y llego la despedida y todo fue magia cuando tras esa mirada silenciosa sellamos un adiós con pisadas. Ni uno ni otro nos pedimos direcciones, ni teléfonos, ni ataduras, ni nos engañamos con posibles puntos de cruce en el horizonte. Ni siquiera hubo nada que nos pudiera convertir en pasado ni en recuerdo.
La verdadera magia fue que con elegante complicidad nos dejamos ir.

PURDsxx VII-2004. Otra noche. Desvarío


De miedos. Miedos que florecen por la falta de equilibrio, por las ondas que se cruzan en la travesía, por las dudas en el horizonte.
También por silencios, por largos silencios.
La nada. Un hondo vacío, flores del día marchitas, en medio de la sombra, en el callejón del musgo, con la espalda dolida.

El tiempo. Castigo, la redada de oriente. Destinos fusilados, intercambiados, guarecidos. Sonrisas que se hacen recuerdos, dentro de la fatiga. Buscando un sitio. En el desespero, en la furia. Zambullido en un estanque inalterado, sin ruidos, monótono atardecer sobre el que pasan las estaciones.

Malherido. De ti, de mí, de la llaga, carne viva insensible, lepra sin sangre. Malestar, delicadeza, ternura.
Desvarío. El pensar del duelo. El miedo camuflado en dolor. Las dudas, tremolo descaro y batalla.
Y dentro de este apagón, un recuerdo. El de volar, el romper las alas, el abrir la pelea. Resuenan al fondo aquellas campanas. Lo no franqueado. Remedio malherido. Vuelve el silencio a recordar que la noche es sobre todo súplica.
Llevame hacia atrás, hacia lo perdido. Tragos en descanso.
Todo tan cerca de los más íntimo.
Dónde sin necesidad de música crece el desvarío.