jueves, enero 19, 2017

" Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos.
Un atardecer helado de marzo.
Me preguntaba si ese rodeo tenía sentido.
Pasarte los ojos por la piel como una lenta caricia.
Acción o renuncia.
Por esa manera de no hacer las cosas.
Les gustaba desafiar el peligro de no encontrase.
Y yo te siento temblar contra mí, como una luna en el agua.
Andábamos despacio demorando el encuentro"
Rayuela. Julio Cortázar 1963
(Pintura, Mondrian)
Resultado de imagen de mondrian

sábado, enero 07, 2017

Momentos de precipitación, cazadores de lo efimero*

Una nueva forma de vivir, sentir, escribir y crear en la precipitación.
Esa aceleración que nada para, ese "placer creador", ese "placer descubridor de belleza", esa embriaguez que arrastra en la noche. Viene, te sorprende, sin avisar.  Se vá.
Agujero sin fondo, pierdo el sentido.
Ese estar y quedar inquieto, excitado, palpito de soledad. Disfrute. Sólo bajo la poesia, sobre ese acorde. Paralizado, abrazado, apretando la lágrima para que no se vaya, para que no se pare este momento.
Deseo atraparlo, por eso lo escribo, solo para mí, para poder revivirlo, para saber que no lo perderé, que lo podre recuperar desde otra distancia, vete tú a saber cuando.
Esa necesidad de cruzar la frontera, de correr. Ese instinto de romper los logros, el hito como necesidad de fractura.
Tiempo, esquinas, pasos que no corren, vida que pasa. Sus manos, martillo, oceano. Ven.
Dónde estás?, tu sonrisa, tu presencia que va y vuelve incesante, cuando tu recuerdo y tu presencia tienen más peso que tu compañía. Dame otra copa.
Te besaría en la nuca, piedra blanca,.. pero tengo prisa, todo este momento desaparecerá, morirá como el plato del cocinero, como una noche de amor muere tras el último beso.
Creación efímera para ser destruida, vida de momentos. Arte de pólvora, esa magia que tiene todo lo te garantiza que desaparecerá, como la vida. Un vals. Para no poder nunca más ser revivido, casi ni recordado.
"Cuando no hay nada que empezar, nada que terminar", solo quedan los momentos de precipitación.

Desde un garaje, en el mundo para el mundo

En un garaje crecieron, con una columna de piedra al fondo. Una acuarela, una puerta al verde y perros que ladran en la noche y en la mañana.
Ahí encontaron números y empezaron a encadenar letras y sonidos. Entre sentimientos de risa, amor y llanto. Bajo la música sobre un mundo conectado.
Cuando no hay que salir del garaje para buscar, cuando sólo hay que disponer de tiempo para explorar. Entonces cuando todo estaba a nuestro alcance, entonces desapareció el tiempo y aparecio  la prisa hacia ningún destino.