lunes, diciembre 30, 2019

Sobre los infiernos*




No es infierno el día en el que la caricia se limita a un roce.
La lluvia repetida, el miedo, la incertidumbre, la ausencia de color no es suficiente infierno para los espíritus libres.
Esos espíritus con reflejos innatos, con esa capacidad de saltar y de no dejarse nunca llevar por la corriente. Esa capacidad de los no alineados de estar siempre sobrevolando y hacer volar a otros.
La inercia ensayada de sonreír, esa inercia de abrir los ojos y hacerlos brillar ante la sorpresa, esa capacidad de crear, de descubrir.
Podrá ser dolor, podrían ser lágrimas, podrá ser cristal o noche fría.
Podrán ser lanzas repetidas, como secuencias crueles, las que pueden llegar a crear esa ficción de que no hay camino, como la ficción de que la noche ha borrado el horizonte y mañana no habrá día.
Perdidas, ausencias sin justificar, una espalda, alguien que no escucha, otros que no están. Dudas.
Giro, perfil, paso decidido, furia, una mirada buscando, la belleza. 
Decididamente hay espíritus para los que no hay infiernos.

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