domingo, diciembre 31, 2006

Ecos de fin del 2006


A los dos días de aterrizar acudí allí pero ya no estaba. Entonces me dí cuenta de que aquella visita se había convertido en un rito, un rito que ya no iba a volver a realizar. No lo sabía hasta que faltó. Me pongo a caminar, puedo girar aquí o allá, buscando.

Guiño dubitativo, te hablo y no sé, lo había preparado y me puede tu inercia, tu presencia me impide.
Mejilla, anatomía del aliento, seda interminable de la que tiro, saliva.
Un acordeón al fondo me despertó de ese rancio contemplar que es bucear en los recuerdos.
Evito revisar esas fotos en las que están las ausencias, los filos cristales y el metal aspero.
Encuentros de ojos abiertos, de estar cerca, de beso. De miradas y voces, de música para dejar de hablar. Hay presencias que llegan. Di porqué me voy y porqué siempre nos encuentran con el paladar empapado en ginebra.
Hielos derretidos, cristal frío. Cerca de ti.

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