martes, octubre 17, 2006

Nos dolemos tanto



El dolor que nos hacemos ya no entiende de argumentos. Antes de hablar ya me estas respondiendo. Mientras me dices yo te contesto. Frío en las caras. Distancia. Momento, temblor amargo que tiñe lo real de ficción. Sin más créditos.

Me acerco impaciente y te hiero, mis besos desgarran tu piel. Lágrimas. Caminar en el sentido del desencuentro, mirar atrás es lanzar otro golpe, pronunciar tu nombre es clavar otra espada. Tu me dueles y yo te duelo.

Toda vida desaparece bajo la sombra de este horror. El horizonte se empaña con los recuerdos de la fricción, ese olor a cuero quemado, cuerpo helado contra cuerpo helado. Almas golpeadas. No damos llegado a un fondo dónde apoyar nuestros pies.

Y sin embargo hay algo tan fuerte que nos amarra, algo que el dolor no cortó, que llevamos desde siempre. Algo que tensa y no suelta. Algo que de un tirón te hace encontrar el suelo y otras veces te eleva más allá del cielo y es refugio y es anhelo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces lo que nos amarra... huele a puro y simple, miedo.
un besos y pólvora.

Noa- dijo...

A veces nos ata la indiferencia, otras la comodida, y muchas el miedo a lo desconocido a aventurarnos en emprender un nuevo camino.

Saludos

Vita dijo...

Cuando lo que nos ata duele... y sin embargo elegimos seguir atados. Yo me pregunto, ¿de verdad elegimos? quizás, como dice Noa, el miedo decidió por nosotros.

Carlos dijo...

Veo que hay coincidencia en las escritoras sobre el miedo.
Creo que lo que ata es más complejo que las partes que seamos capaces de identificar (miedo, inercia, recuerdos, comodidad, afecto, amor).
De igual forma cuando estas con alguien no encuentras una sola razón que justifique que sigas junto a él/ella, porque es más que la suma de todas las razones.
Es sin razón, podemos describirla (y de hecho Tormenta, Noa y Vita lo hacen muy bien) pero no razonarla.
Gracias.

La gata que no esta triste y azul dijo...

Es el miedo. Miedo a la soledad, a empezar denuevo a la indiferencia en las caras de la gente. A abrir la puerta y que este la casa vacia.
Miedo a la soledad.
Dependencia emocional tambien, porque no somos capaces de levantar el vuelo y volor solos y lejos, preferimos el nido caliente aunque este lleno de cristales rotos.